Catharsis with Marie-Lou Desmeules
Dirigida por Los Hermanos Polo
Artista y Dirección de Arte: Marie-Lou Desmeules
Guión: Los Hermanos Polo & Marie-Lou Desmeules
Edición, Collages, FX y Animación: Jonathan Cremades
Diseño de sonido: Pepe Ábalos
Catharsis with Marie-Lou Desmeules
Entrevista a Marie-Lou Desmeules por Jesús García Cívico
«Empiezo a creer que mi cuerpo contiene más notas musicales que sangre. Al menos, eso es lo que le da el pulso a mi corazón.»
Jesús García Cívico: Uno de tus últimos trabajos de los que he tenido noticia es tu participación en el colectivo Les Slacheurs en torno a la proyección en la fachada de la Grande Bibliothèque de una serie de pinturas animadas que dan vida a imágenes del Archivo Nacional de Quebec acompañadas (tal como es habitual en tu trayectoria) de distintas expresiones artísticas como la danza ¿qué idea inspira este proyecto y cuál ha sido tu papel en él?
Marie-Lou Desmeules: RAM es el segundo proyecto de nuestro colectivo Slacheurs, del que soy cofundador y miembro. Juntos creamos proyectos en los campos del desarrollo interactivo, la inteligencia artificial, entre otros. RAM es una proyección ilusionista y yo colaboré sobre todo en la dirección de arte, y la caracterización de unos dibujos que fueron posteriormente animados por el equipo de geeks. Para conmemorar la ocasión del centenario de los Archives nationales du Québec, la obra también celebra el arte vivo de la danza combinando fotos animadas con coreografías del artista Simon Ampleman, de Ample Man Danse. A través de diversos procesos tecnológicos y de la interacción del bailarín dentro de los archivos, nuestro colectivo Slacheurs arroja luz sobre la esencia de nuestro pasado colectivo.
En esa línea, en la revista Registros, pudimos «registrar» (la redundancia es deliberada) tanto Clone Corrupt como Fachada aquella videoinstalación interactiva, exuberante y juguetona de seres asomados a ventanas en la que se trascendía, a mi juicio, la coyuntura epidémica (el «confinamiento») para volver al desafío de la identidad, sobre todo urbana y sus arquetipos. La exuberancia a la que me refiero tiene que ver con el barroquismo: te tengo por una artista generosa cuya obra tiene el mérito de no presentarse mejor de lo que es, sino al revés, de esconderse en máscaras y texturas, es decir, de ser mucho mejor de lo que parece, ¿eres una artista barroca en el sentido más evolucionado de la etiqueta?
Cuando dices barroco, no puedo evitar pensar en The Cook, the Thief, His Wife & Her Lover de Peter Greenaway con la volcánica canción Memorial por Michael Nyman. Ese es el tipo de barroco que me inspira. Un carnaval de pelucas esculturales grotescas, capas de polvo similares a las de la luna que ocultan la identidad, rodeadas de sofisticados esclavos clásicos, masticando carne como un beatbox al son de una inquieta guillotina!
La generosidad a la que me refería antes y que en mi opinión caracteriza tu obra artística debe mucho a la forma en que presenta distintos niveles de lectura, uno de tus trabajos que primero llamó mi atención fue Surgeries (Cirugías), una serie de transformaciones que en mi opinión se podían situar entre la crítica social (la vacuidad de las celebrities y de muchos referentes de la política), la denuncia de la distancia entre ricos y pobres, y la crítica cultural. Pienso en el poder de la imagen, en el narcisismo del tiempo de las redes sociales o en el «giro emocional» que afecta desde la moral individual a la programación de los museos, ¿forma parte lo interior de tu discurso personal, una suerte de Manifiesto?
Sí, es cierto, se convirtió en una especie de manifiesto que pretende iniciar una conversación. Al final, las esculturas vivientes son como parte de un clan con su propia visión. En el proceso de metamorfosis que tarda ciertas horas, hay también una especie de ritual experimental que celebra la muerte, el nacimiento y el renacimiento.
Una nota que me pareció observar en tu obra y que no había tenido oportunidad de comentar contigo antes es que la siento cercana a eso que Freud llamaba lo Umheimlich, que no es estrictamente lo siniestro sino más bien la aparición de lo raro o lo no familiar en la cotidianidad, lo que no debería estar allí. Esa rareza tampoco tiene que ver con lo espeluznante (por jugar con los ejes del libro de Marc Fisher que recomendábamos hace poco aquí) sino más bien con las transformaciones de la familiaridad, desde el costado humano de los monstruos –al modo de Frankenstein– al despertar convertido en insecto en la novelita de Kafka. ¿Me equivoco mucho o hay en tu obra algo de todo eso?
Desde muy joven, alimenté mi educación visual con curiosidades de los mercadillos, películas de John Waters, Ray Bradbury o David Lynch (The Naked Lunch, The Elephant Man, etc.) Siempre me atrajo lo extraño. Empecé esta serie de cirugías en Berlín en 2008, cuando trabajaba encima de un estudio de BDSM y oía gritos y electroshocks, etc. El mundo del fetiche me inspiró al instante y fue desde entonces parte de mi trabajo. Es gracioso que hayas mencionado a Freud, ya que hemos utilizado su personaje en nuestro cortometraje Catharsis de Los Hermanos Polo (The Mystery of the Pink Flamingo).
¿En qué proyectos estás trabajando ahora mismo?
Ahora mismo, estoy trabajando en un gran proyecto (VERY BIG!) que debería ver la luz en octubre. Como es secreto, hasta entonces, puedes ver la serie Maricón Perdido de Bob Pop donde se ven mis obras en un capitulo!
Por último, esta entrevista forma parte de Sinécdoque, la sección del espacio Kowalski Bellas Artes, un espacio caracterizado por la fusión entre ocio y cultura con una querencia particular por la pintura, la literatura y la música. Como me consta que la música constituye para ti una suerte de Soundtrack (quizás una atmósfera), ¿ qué sonidos crees que acompañan mejor tu producción y cuál es exactamente el papel de la música?
La música tiene un papel tan grande como el del modelo. Es energía que da el toque de improvisación y experimentación! Hago lista aleatoria de diferentes estilos que me llevan a estados de emociones y que catalizo en colores, formas e ideas. Empiezo a creer que mi cuerpo contiene más notas musicales que sangre. Al menos, eso es lo que le da el pulso a mi corazón.
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